lunes, 12 de agosto de 2013

Visita a Ikea

El jueves 11 de noviembre, como ya sabéis, fui de compras a Ikea, anteriormente había estado en una tienda Ikea en una única ocasión, en un viaje a Francia. Cuando llegué apenas había gente y empecé a recorrer la exposición de muebles siguiendo el sentido de las flechas, al poco tiempo la tienda se fue llenando de gente, aunque no en exceso, pero empecé a tener problemas para seguir el recorrido pues parece ser que los españoles no sabemos seguir el sentido que marcan las flechas y la gente circulaba en todos los sentidos, en el sentido contrario de las flechas, atravesando la tienda en diagonal y los menos, en el sentido de las flechas. Cuando fuimos mi hermana y yo a Ikea en Francia todo el mundo hacía el recorrido marcado, salvo una excepción, nosotras, que como teníamos mucha prisa y no queríamos mirar muebles, sólo íbamos a comprar un nórdico, hicimos el recorrido casi corriendo y cuando nos dimos cuenta habíamos llegado al final y nos habíamos saltado la sección que buscábamos, así que decidimos hacer el recorrido al revés en busca de nuestra presa, pero con miedo a que alguno de los empleados de camiseta amarilla nos llamase la atención.


La exposición de muebles me encantó, a mí me encanta ver casas distintas a la mía, me gusta observarlas y coger nuevas ideas para mi futura nueva casa que en breve comenzaré a buscar, aunque no espero encontrarla ya, sino que me marco un horizonte de dos o tres años.
Después de hacer el recorrido y de coger algunos artículos que fui encontrando y que formaban parte de mi lista bajé a la zona de autoservicio y allí seguí llenando mi carro. No compré demasiadas cosas, no pude pararme mucho pues había quedado con mi amiga M. a las dos en la cafetería y quería terminar mis compras antes de esa hora, así que me quedé con ganas de mirar con calma la sección "orden en casa", las láminas, los marcos y los espejos, una escusa perfecta para volver otro día.
A las dos en punto bajé a dejar mi compra en el coche y al subir me encontré en la puerta a mi amiga que acababa de llegar, entramos en la cafetería que ya estaba llena de gente, nos costó encontrar una mesa pero finalmente pudimos comer sentadas. La comida aceptable, yo no disfruto comiendo así que para mí gastar mucho dinero en un restaurante de lujo me parece una barbaridad y aunque me gusta cuidar mi alimentación comer un día en Ikea sé que no me va a matar. Además qué queréis que os diga, después de leer algo más de la mitad de la novela Mantis, si ya antes no era amiga de esos restaurantes y de probar platos con un nombre extravagante sin saber cuáles eran sus ingredientes, ahora mucho menos. Espero que la novela sea ficción pero por si acaso no volveré a comer carne en un restaurante.
Sobre las tres y media despedí a mi amiga que tenía que volver a trabajar y fui a la tienda de alimentación y compré té orgánico, café orgánico y mermeladas orgánicas; estos artículos me los había recomendado mi amiga N., la ya cuarentañera; al salir de la tienda emprendí el camino de regreso, el  cielo estaba muy cubierto, había bastante niebla y días así hay muy poca visibilidad por la autopista y no quería que se hiciese de noche por el camino. En lugar de ir a mi casa a dejar mis compras fui directamente a buscar a Florita, que estaba con mi madre y de paso le dejé algunas cosillas que compré para ella. A Florita también le traje un regalito, un renito naranja de peluche que le encantó que está en la segunda imagen.
Una visita agradable que sin duda repetiré.

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